25.2.07

Amor a Jesucristo

Por San Alberto Hurtado, S.J.

Mi idea central es ser otro Cristo, obrar como El, dar a cada problema su resolución.

* Ama a Jesucristo. Hasta tu último suspiro ve apasionándote cada día más por su persona. Que El sea enteramente y cada día más el centro de tus pensamientos, el vínculo de tus conocimientos, el fin práctico de cualquiera de tus estudios. Jesucristo meditado, Jesucristo conocido, Jesucristo amado con una pasión siempre creciente y consecuente consigo misma; esto será, la dignidad de tu vida, la fuerza, el consuelo, la alegría, la capacidad fructífera, esto será Jesucristo.

* El que ha mirado profundamente una vez siquiera a los ojos de Jesús no lo olvidará jamás. El alma del joven al irse fortaleciendo ha de ir precisando también más y más la verdadera figura de Jesús. Del Jesús Niño ha de ir pasando al Jesús Adolescente, al Jesús Jefe, al Jesús Paciente. Ha de conocer un Cristo enérgico y varonil; el del sermón de la montaña, el que arroja a los mercaderes del Templo, el que calma las tempestades, el que invita a los hombres a seguirlo dejándolo todo por poseerlo a El. Y al mismo tiempo ese Cristo es el Dios bueno que acaricia al pródigo, busca la ovejita perdida, perdona a la Magdalena, defiende a la adúltera y sale en busca de Zaqueo. ¡Qué fuerzas sentirá el joven que puede dialogar diariamente con este Cristo en la eucaristía! El director espiritual ha de procurar que los adolescentes y jóvenes conozcan la figura de Cristo no solamente de segunda mano, sino directamente por medio de la Sagrada Escritura. El fin de toda dirección espiritual ha de ser sembrar el amor a Jesucristo en el corazón de los jóvenes, hacer que traben verdadera amistad con Cristo: un contacto vivo, sincero, entre El y ellos.

* Aquí está la clave: creer en Cristo... Viviendo la vida de Cristo, imitando a Cristo, siendo como Cristo. Pero esta imitación de Cristo ¿qué significa?... Supuesta la gracia santificante, que mi actuación externa sea la de Cristo, no la que tuvo, sino la que tendría si estuviera en mi lugar... Ante cada problema, ante los grandes de la tierra, ante los problemas políticos de nuestro tiempo, ante los pobres... ¿Qué haría Cristo si estuviera en mi lugar? Aquí está toda la perfección cristiana: imitar a Cristo en su divinidad por la gracia santificante, y en su obrar humano haciendo en cada caso lo que El haría en mi lugar.

* Al buscar a Cristo es menester buscarlo completo. El ha venido a ser la Cabeza de un Cuerpo, el Cuerpo Místico, cuyos miembros somos o estamos llamados a serlo los hombres, sin limitación alguna de razas, cualidades naturales, fortuna, simpatías... Basta ser hombres para poder ser miembros del Cuerpo Místico de Cristo, esto es: para poder ser Cristo. El que acepta la encarnación la ha de aceptar con todas sus consecuencias y extender su don no sólo a Jesucristo sino también a su Cuerpo Místico.

* Y éste es uno de los puntos más importantes de la vida espiritual: desamparar al menor de nuestros hermanos es desamparar a Cristo mismo; aliviar a cualquiera de ellos es aliviar a Cristo en persona. Por esto nos dijo Cristo que todo el bien o el mal que hiciéramos al más pequeño de sus hermanos a El lo hacíamos. Luego no amar a los que pertenecen o pueden pertenecer a Cristo por la gracia, es no aceptar y no amar al propio Cristo... Por eso Juan nos dice: ¿Si no amamos al prójimo a quien vemos cómo podremos amar a Dios a quien no vemos? ¿Si no amamos a Dios en su forma visible cómo podremos amarlo en sí mismo?

* Cristo vaga por nuestras calles en la persona de tantos pobres dolientes, enfermos, desalojados de su mísera habitación. Cristo acurrucado bajo los puentes en la persona de tantos niños que no tienen a quien llamar padre... Cristo no tiene hogar. ¿No podremos dárselo nosotros los que tenemos la dicha de tener un hogar confortable y comida abundante...?

* Este es mi último anhelo: que se haga una cruzada de amor y respeto al pobre... porque el pobre es Cristo, Cristo desnudo, Cristo con hambre, Cristo sucio, Cristo enfermo, Cristo abandonado. ¿Podemos quedar indiferentes? ¿Podemos quedar tranquilos?

* Al partir, volviendo a mi Padre Dios, me permito confiarles un último anhelo: el que se trabaje por crear un clima de verdadero amor y respeto al pobre, porque el pobre es Cristo. “Lo que hiciereis al más pequeñito, a Mí lo hacéis”.

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