25.2.07

En torno a las Bienaventuranzas

Por San Alberto Hurtado, S.J.

* Textos leídos en la Vigilia de la canonización en Roma.

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt 5, 3)

La riqueza tiene el gran peligro de endurecer a quien la posee: vive rodeado de dolor y con frecuencia parece no verlo. Si lo ve, no lo comprende. Y si lo comprende, se niega a remediarlo por razones que se comprenden o... por la sencilla razón de seguir incrementando bienes.

Los pobres, los preferidos de Cristo. Su primer equipo: los pobres. La primera comunidad Cristiana, comunidad modelo: comunidad de pobres.

Las monedas se multiplican cuando desaparecen en las manos de los pobres.

Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados (Mt 5, 4)

El dolor acompañó a Cristo desde la cuna hasta la cruz y los que son de Cristo toman empresas generosas, sin desistir de ellas porque traen dolor, y más aún para completar la pasión de Cristo, algunos llegan a padecer o morir...

En Dios me siento lleno de una esperanza casi infinita. Mis preocupaciones se disipan. Se las abandono. Yo me abandono entero en sus manos. La noche de hoy es negra, pero sobre las cumbres de los montes, ya amanece.

Bienaventurados los humildes porque heredarán la tierra (Mt 5, 5)

La humildad consiste en ponerse en su verdadero sitio. Ante los hombres no pensar que soy el último porque no lo creo. Ante Dios, reconocer continuamente mi dependencia absoluta respecta a Él. Todas mis superioridades frente a los demás de Él vienen.

Humildad es por tanto... reconocerse tan inteligente, tan virtuoso, tan hábil como uno cree serlo... pero sabiéndose en absoluta dependencia ante Dios.

La primera ley fundamental de mi vida debe ser la humildad, que corresponde a quien es nada, indigente, mendigo absoluto, que necesita de Dios para vivir, para moverse, para ser.

El fundamento de la humildad es la verdad... Es sierva de la verdad, y la Verdad es Cristo.

Bienaventurados aquellos que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados (Mt 5, 6)

Hay muchos que están dispuestos a hacer la caridad, pero no se resignan a cumplir con la justicia; están dispuestos a dar limosna, pero no a pagar el salario justo...

Aunque parezca extraño, es más fácil ser caritativo que justo. Es más fácil ser benévolo que justo... Benevolencia sin justicia no salvará el abismo entre el patrón y el obrero, entre el profesor y el alumno, entre marido y mujer.

Ser testigo de Cristo significa cumplir con todas mis obligaciones de justicia frente al prójimo. De justicia en primer lugar y luego superarlas con una espléndida caridad que vaya a llenar lo que la justicia no ha podido colmar...

Justicia que el cristiano debería amar casi diría con rabia. Jesús dijo con hambre y sed que son las pasiones más devoradoras.

Bienaventurados los misericordiosos, porque tendrán misericordia (Mt 5,7)

Jesucristo Nuestro Señor hizo consistir gran parte de su enseñanza en hacernos comprender esta verdad: que somos sus hermanos, hijos del mismo Padre Dios, a quien nos enseña a orar diciéndole “Padre Nuestro”.

En su vida pronunció aquellas parábolas de amor como jamás hombre alguno se había atrevido a pronunciarlas: el dueño de la viña que envía... y termina por enviar a su propio hijo.

Las parábolas como la del Hijo Pródigo, Oveja Perdida, nos descubren sus sentimientos que son los sentimientos que sólo un Padre puede albergar. ¿Agotamos esta idea? ¿Descansamos en el pecho de nuestro Padre Dios, como un hijo que sabe que su Padre lo ama, lo quiere apoyar, consolar, hacer feliz?

Ese padre del Pródigo que lo representa a Él, para quien no hay crímenes que puedan entibiar su amor, ni las injurias a su nombre, ni las desobediencias.

Ese buen Pastor que abandona las 99 ovejas por buscar la ovejita descarriada, es Él... y así obró. Y ese amor cuando llega a poseer un alma, cuando logra que un alma le abra sus puertas, ¡cómo pacifica, serena, alegra!

Bienaventurados los de corazón pobre, porque verán a Dios (Mt 5, 8)

Una sociedad que no respeta al débil contra el fuerte; al trabajador contra el especulador; que no puede reajustarse constantemente para repartir las utilidades y el trabajo entre todos, que no permite al hombre corriente una vida moral, tal sociedad está en pecado mortal.

Tanta materia ahoga el espíritu. Tanta diversión acaba con la seriedad necesaria en la vida para los grandes trabajos. Tanta sensualidad acaba con la sobriedad de costumbres.

Bienaventurados los constructores de la paz, porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5, 9)

El odio contra otros países, la suspicacia convertida en sistema, la prédica “anti” contra tal o cual país, los prejuicios raciales, el orgullo de la superioridad nacional, el patriotismo convertido en sistema, todo esto ha de ser eliminado, pues se opone a la fraternidad internacional. El amor a la patria, lo repetimos, más que en ensanche de sus fronteras, se ha de traducir en el cumplimiento de su misión.

Y si en virtud de la justicia o de la caridad, porque también hay caridad internacional, se llega a ver la necesidad de medidas que beneficien a otros países, aún a expensas del propio, hay que propiciar tales soluciones, pues los problemas internacionales, no menos que los de la vida privada, han de ser resueltos en justicia y caridad. ¡Nunca será patriotismo negarse a escuchar esas voces!

Bienaventurados los perseguidos por causa de la Justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 10)

Ser testigo de Cristo significa cumplir con todas mis obligaciones de justicia frente al prójimo. De justicia en primer lugar y luego superarlas con una espléndida caridad que vaya a llenar lo que la justicia no ha podido colmar... Justicia que el cristiano debería amar casi diría con rabia. Jesús dijo con hambre y sed que son las pasiones más devoradoras.

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